IDAA

Instituto para el Desarrollo Agroindustrial Argentino

A contramano del mundo


La política exterior de Milei: un riesgo para el comercio agropecuario argentino

Por Ariel Martinez

Introducción

Argentina tiene la oportunidad de superar la difícil situación económica y social que atraviesa, aprovechando las ventajas de su posición estratégica, su capacidad de diálogo y cooperación con otros actores internacionales y su potencial productivo y exportador, especialmente en el sector agropecuario, que es una fuente de ingresos genuinos y de prestigio para el país. La política exterior es una herramienta fundamental para lograr estos objetivos y defender los intereses nacionales, en un contexto global complejo y cambiante.


Sin embargo, la política exterior bajo la administración de Javier Milei y Diana Mondino se ha caracterizado por una serie de errores no forzados, la negación de los desafíos globales como presenta el cambio climático, una marcada sobre actuación ideológica que se traduce en posturas confrontativas, alineamientos exagerados y recurrentes descalificaciones personales a líderes e instituciones globales, así como medidas institucionales que podrían acentuar el aislamiento y perjudicar el comercio.


Esta reflexión busca analizar por qué la política exterior del actual gobierno resulta preocupante y perjudicial para los intereses argentinos, especialmente en lo que respecta a las exportaciones y el posicionamiento a largo plazo del sector agropecuario, y explorar posibles alternativas para revertir esta situación.

Los desaciertos con el BRICS, España y Mercosur. 

El BRICS, compuesto por Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica, representan un importante grupo de países emergentes con notoria influencia económica y política a nivel mundial. Según el Fondo Monetario Internacional, los BRICS aportaron el 23,6% del producto interno bruto (PIB) mundial en 2019, y se estima que crecerán a un ritmo mayor que las economías más avanzadas. Además, los BRICS albergan al 41,6% de la población mundial, lo que implica un gran mercado potencial para el comercio y la inversión.


Para Argentina, los BRICS son socios estratégicos que pueden ofrecer oportunidades de diversificación y complementación productiva. Según la Cancillería argentina, el comercio bilateral con los BRICS alcanzó los 23.507 millones de dólares en 2020, lo que representa el 23,8% del comercio total de Argentina. Los BRICS además ocupan el 26% de la superficie terrestre del planeta, lo que les otorga una gran diversidad geográfica y de recursos naturales y poseen el 42% de las reservas internacionales de divisas, lo que les da una mayor capacidad de afrontar shocks externos y de influir en el sistema financiero internacional.


Estas naciones han establecidos mecanismos de cooperación e integración, como el Banco de Desarrollo de los BRICS, el Nuevo Banco de Desarrollo, el Fondo de Reservas de Contingencia y la Asociación de Cooperación Económica de los BRICS, facilitando el acceso a financiamiento, inversiones, comercio y cooperación en áreas estratégicas, como energía, infraestructura, innovación, salud y educación.


La breve inserción de Argentina en los BRICS parecía abrir nuevas oportunidades de colaboración y crecimiento económico, especialmente en un contexto de desafíos globales y dinámicas geopolíticas cambiantes. Sin embargo, la postura errática y confrontativa del gobierno de Milei rápidamente desarticuló cualquier avance en esta dirección, generando desconfianza y malestar entre los países miembros del grupo. La falta de coherencia y visión estratégica en la diplomacia argentina ha dejado a nuestro país potencialmente marginado de potenciales beneficios y alianzas en un entorno internacional cada vez más competitivo y complejo.


España tampoco se mantuvo al margen de las polémicas y desafiantes acciones llevadas a cabo por el presidente Javier Milei, lo que provocó una creciente disputa diplomática que finalmente resultó en la decisión del gobierno español de retirar de manera definitiva su embajada del país. Este acontecimiento no solo destacó las tensas relaciones entre ambas naciones, sino que también resaltó la repercusión global de las acciones controvertidas del mandatario argentino en la arena internacional.


El gobierno de Milei ha puesto en riesgo la integración estratégica regional del Mercosur al despreciar la importancia de la asociación con Brasil y los demás socios para la inserción de Argentina en un mundo dividido en bloques que tienen cada vez más influencia en el comercio y la proyección global. Además, las declaraciones beligerantes de Milei respecto a China, cuestionando la calidad de sus vacunas contra el COVID-19 y acusando al gobierno chino de ser totalitario y violar los derechos humanos, han generado rechazo e indignación en China, afectando la cooperación bilateral y el intercambio comercial.


Una vez en el gobierno, Milei se tuvo que informar con rigurosidad y dejar atrás su rol de mediático y provocador para comprender la importancia de China como segundo socio comercial de Argentina, principal destino de exportaciones agropecuarias, y socio estratégico en proyectos de infraestructura, energía, tecnología y educación, incluyendo iniciativas globales como la Franja y la Ruta de la Seda que pueden aumentar las oportunidades comerciales e inversión.


A pesar de algunos tropiezos, el gobierno ha intentado rectificar su postura anterior, siendo China quien renueva el Swap e “invita” al presidente Milei a rectificar su posición en persona al visitar China el próximo 4 de julio. Esta situación evidencia la importancia de fortalecer las relaciones internacionales y reconocer los errores cometidos en diplomacia.


Es fundamental priorizar los lazos con los BRICS y adoptar una política exterior coherente y constructiva para proteger los intereses nacionales y promover el desarrollo sostenible en Argentina en un contexto global cada vez más polarizado en bloques económicos.

A contramano del mundo, el terraplanismo como política central

Una preocupación relevante en la política exterior de Milei es su negación de la crisis climática, un desafío fundamental en el siglo XXI, con implicaciones económicas, sociales y ambientales para Argentina y el mundo. Varios analistas coinciden en que la agenda global se centra en la competencia estratégica y geopolítica entre las grandes potencias, como Estados Unidos y China; el cambio climático y la sostenibilidad, que según la visiones europeas exigen una transición hacia una economía verde y circular (que son funcionales en los paquetes de subsidios agrícolas); junto con aspectos como las crisis económicas y su impacto, por ejemplo en pérdidas de derechos tan básicos a causa de los aumentos de la inseguridad alimentaria, que ponen a prueba a las democracias y por ende a la estabilidad global.


Es crucial que Argentina mantenga relaciones estratégicas equilibradas con Estados Unidos y China, fomentando la cooperación y evitando implicarse en conflictos que no concuerden con sus intereses. En el ámbito agropecuario, Argentina, junto con Estados Unidos, Canadá, Brasil y México, han formado el AG5, una asociación de los mayores productores agropecuarios del continente, que se centra en fortalecer la cooperación en innovación y tecnología para impulsar una agricultura moderna con desarrollo sustentable. Los países que conforman el AG5 representan una parte significativa de las tierras agrícolas del mundo y una gran proporción de las exportaciones globales de alimentos, y son claves en materia de seguridad alimentaria global.


Al mismo tiempo en relación a la Unión Europea debemos priorizar y acompañar la preocupación climática que la UE viene liderando, prestando principal atención a discutir las derivadas conceptuales como pueden ser los de economía verde y/o circular por conceptos más orientados a la mejora continua, hacia una economía cada vez más sostenible, basados en principios más acordes a la realidad de la región, donde nuestro país se debe asegurar un equilibrio entre lo social, lo económico y lo ambiental al mismo tiempo de mantener su liderazgo productivo y su importante rol como país, destacado por sus aportes a la seguridad alimentaria.


Es en este sentido, que por ejemplo Estados Unidos es un socio muy importante para nuestros intereses sectoriales, ya que, junto con Brasil ha sido fundamental para establecer posiciones comunes frente a los desafíos que plantean los mercados globales. El mundo nos enfrenta a nuevas exigencias en materias climáticas y ambientales, las cuales a menudo se convierten en barreras no arancelarias y distorsiones al comercio agrícola. Estos espacios nos ayudan a construir estrategias comunes más sólidas y dar mayor correlación de fuerza para adaptarnos a las nuevas políticas y demandas internacionales, demostrando no solo la calidad de nuestros productos, sino también de la forma en la que lo producimos.


En materia climática y de sostenibilidad, la agenda se presenta como un tema de suma relevancia y gran complejidad. Es prioritaria dado el complejo escenario que presenta la Argentina frente a los impactos climáticos, tales como las sequías, inundaciones, incendios y heladas, que afectan la producción agropecuaria y la seguridad alimentaria. Esta complejidad radica en las disparidades de responsabilidad y vulnerabilidad entre diferentes países frente a estos desafíos. Es imperativo abordar la cuestión de manera proactiva ante la amenaza climática, procurando aportar soluciones significativas y mejorar los métodos de producción, al mismo tiempo que protegemos con cautela nuestros intereses comerciales, en aras de evitar un aumento de la brecha entre países pobres y ricos, ni que sistemas productivos menos eficientes ambiental y productivamente nos impongan injustos límites al comercio y a la producción.


En este contexto, resulta sustancial no subestimar la magnitud del problema siendo que la evidencia científica es contundente: nuestro mundo se viene rompiendo a pedazos y los efectos climáticos son cada vez más devastadores. Negar la realidad del cambio climático equivale a respaldar posturas sin fundamento científico y donde hay acuerdo en la comunidad internacional, equiparable en falta de rigor a teorías como el terraplanismo. Así mismo, esta postura contraproducente podría generar un escenario peligroso para nuestras relaciones comerciales a nivel internacional con trágicas consecuencias en el mediano y largo plazo.


El gobierno de Javier Milei ha negado la existencia de la problemática referida al cambio climático, y si bien por un lado áreas aisladas del Estado continúan sus agendas orientadas a salir de estas concepciones “terraplanistas” y preservar el rol clave de nuestro país en la materia, el propio presidente, se ha opuesto a los esfuerzos internacionales para mitigar y adaptarse a los efectos del cambio climático. El rechazo del Acuerdo de París, uno de los principales marcos de cooperación global en este tema muestra la falta de visión estratégica y arrebatos ideológicos peligrosos. Esta postura también ignora los intereses estratégicos del sector agropecuario, como la preocupación por las exigencias ambientales del Pacto Verde Europeo que impactan en las importaciones agropecuarias.


La falta de una estrategia clara por parte de la Cancillería y la tendencia a desviar la atención de la problemática global del cambio climático con debates pseudo-ideológicos irán marginando a Argentina de la comunidad internacional y perjudicando sus intereses. Negar la existencia del cambio climático y promover posturas extremas sólo contribuye a aislar al país y lo aleja de ser un jugador proactivo en este tema a nivel internacional. Lo pone en un lugar de tomador de políticas, le quita espacio político y lo reduce a un espectador con sobreactuaciones individuales y sin política institucional al respecto. Argentina debe reconocer la urgencia de abordar esta problemática, trabajar junto con sus socios del Mercosur y los países de la región, y proponer una visión que refleje sus intereses de manera seria y constructiva como lo venía haciendo desde hace años.


En resumen, las posturas radicales del gobierno de Milei están aislando a Argentina y perjudicando su capacidad para ser un actor proactivo en la comunidad internacional en lo que respecta al cambio climático. Es fundamental que el país reconozca la importancia de abordar esta problemática, proponga soluciones alineadas con sus intereses y demuestre su compromiso con la seguridad alimentaria y el desarrollo sostenible. Negar la realidad del cambio climático solo sirve para perjudicar la reputación y los intereses internacionales de Argentina, y perder espacio para impulsar tanto sus estrategias ofensivas como defensivas.

Degradando lo que queda del multilateralismo. Reflexiones sobre el error con la FAO

Si bien los estándares de calidad, sanidad, seguridad y sustentabilidad ambiental de los productos que se comercian en la actualidad responden, a su vez, a las demandas de los consumidores, las organizaciones sociales y los organismos internacionales, que presionan por una mayor responsabilidad social y ambiental de las actividades productivas las formas que los países responden a esta demanda no siempre se ajustan a reglas del comercio internacional A menudo, se intentan establecer nuevas “reglas” que no benefician tanto a países exportadores como a importadores . Como mencionamos anteriormente, el enfoque en la auténtica preocupación por el cambio climático puede dar lugar a narrativas que coincidan con la imposición de “nuevas reglas” comerciales que podrían afectar las relaciones comerciales entre países con discrepancias significativas en términos de poder. Para abordar esta situación, es crucial que Argentina adopte una política exterior que fomente la integración, el diálogo y la cooperación con naciones que presenten un potencial de crecimiento importante para nuestros productos, así como una complementariedad comercial y objetivos estratégicos compartidos. De esta manera, Argentina podrá expandir su acceso a mercados más amplios y diversos, negociar condiciones comerciales más favorables, atraer inversiones productivas y tecnológicas, y participar en las cadenas globales de valor. Es por ello que Argentina necesita fortalecer el multilateralismo, es decir, el conjunto de normas, principios e instituciones que regulan las relaciones internacionales y garantizan un orden mundial más equitativo, pacífico y democrático. El multilateralismo desempeña un papel crucial al permitir que países en desarrollo, como Argentina, defiendan sus intereses y derechos frente a las potencias hegemónicas, que a menudo imponen sus agendas y visiones por medio de la fuerza o la coerción. En última instancia, Argentina tiene la oportunidad y la responsabilidad de adaptarse a las nuevas reglas impuestas por la globalización, de forma soberana, solidaria y sostenible. Para lograrlo, es fundamental contar con una política exterior que priorice el interés nacional, y que se base en el conocimiento científico, la evidencia empírica y el consenso social. Sin embargo, casi todos los expertos concuerdan que el multilateralismo esta debilitado. En este escenario la correlación de fuerza es el factor con mayor grado de determinación del orden mundial casi sin mediaciones.


Argentina debe priorizar el cuidado del multilateralismo ahora más que nunca. Lamentablemente, una vez más nos encontramos a contramano con esta premisa fundamental. Un ejemplo claro de nuestros errores actuales en relación con los organismos multilaterales como sucede en el caso con FAO. En el ámbito agropecuario, la FAO juega un papel clave porque es el principal ámbito donde se ensayan y se construyen las narrativas globales que dan formas y sustento a los próximos lineamientos comerciales, ambientales que impactan en el sector. Allí se establecen los principios que las instituciones de financiamiento global y organismos internacionales están dispuestas a priorizar y acompañar, lo que el mundo construye como verdades de una época y de un sector. Permanecer en una posición débil en el multilateralismo, en sus ámbitos o hacerlo con poca determinación, no sólo revela una falta de comprensión de las fuerzas que dirigen las relaciones comerciales y económicas actuales, sino que arriesga la prosperidad de uno de los sectores más dinámicos de la economía argentina.
Sin embargo, observamos que estamos yendo en dirección opuesta a esta imperante necesidad. presenciando una constante degradación de nuestra representación multilateral y en particular con nuestra relación con las Naciones Unidas. Un caso de ello, es la intención de cerrar la embajada de FAO en ROMA, debilitando la presencia y la voz del sector en un ámbito de esa importancia, es preocupante recibir notas sobre el malestar y el desconcierto de la representación de la FAO en Argentina debido a decisiones como la comunicación del desalojo del edificio que alberga al organismo, el cual posee acuerdos que deben ser respetados. Estas acciones denotan una gran torpeza que perjudica el arduo trabajo que se lleva a cabo en áreas específicas del gobierno como puede ser la cartera de agricultura para potenciar y obtener beneficios para los intereses del país en el ámbito de relación con estos organismos. Tarea ardua para el excelente nivel de funcionarios especializados que en esta tarea cuenta el país en este contexto, estas acciones de política exterior de la cancillería dificultan profundamente sus estrategias y el potencial logro de objetivos para el sector.

Conclusión

En resumen, la orientación diplomática adoptada por el gobierno de Milei es un riesgo considerable para el comercio agropecuario argentino, y para el desarrollo nacional. Las decisiones tomadas por la administración de Milei han cometido graves errores en las relaciones internacionales, especialmente con naciones que presentan potencial y complementariedad para el comercio y la inversión. Además, la negación por parte del gobierno de la problemática climática, un desafío central en el siglo XXI con implicancias económicas, sociales y ambientales a nivel global y local expone una gestión errática y fundada en ideologías que pasan por alto tanto los intereses nacionales como las evidencias científicas.


Es evidente que las exportaciones desempeñan un papel crucial en la economía argentina, al favorecer la obtención de divisas, equilibrar la balanza comercial, impulsar el crecimiento económico, fomentar la diversificación productiva y en la creación de empleo. Por eso, es imperativo que Argentina adopte una política exterior que promueva y fomente la integración, el diálogo y la cooperación con otras naciones especialmente con los que tienen mayor potencial y complementariedad. De esta manera, nuestro país estará en condiciones de capitalizar las ventajas oportunidades que ofrece el comercio internacional, y enfrentar los desafíos que plantea la globalización.


Es fundamental que la Cancillería entienda y reconozca estos errores recurrentes y consulte y se apoye en los ámbitos especializados de la administración para enfrentar estos desafíos. Argentina cuenta con recursos y una red de soporte e instituciones que se encuentran a disposición para desarrollar estrategias exitosas en beneficio de los intereses nacionales. Para que esto suceda los funcionarios gubernamentales deben desprenderse del “terraplanismo” ideológico y basar sus decisiones en las evidencias científicas. En definitiva, es hora de abandonar las actuaciones excesivas con fines de proyección personal y priorizar los intereses estratégicos del país sin titubeos.  

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